Un sofá Ikea Karlstad tajando el viento. Veloz y apocalíptico, meteoro hacia la destrucción masiva.
Más grande que Argentina, que Australia, quizás. Y se dirige hacia todos nosotros.
Tras la aciaga proyección aparece la pregunta: ¿Qué? ¿Pero qué coño? Sólo queda la evidencia física de lo que se viene encima, que además ni siquiera arde. No hay misterio resuelto en boca de los hombres. ¿Loki? Tres plazas. ¿Ragnarok? Posabrazos regulables. ¿Cthulhu? Cubierto en piel. ¿Seth? ¿He acertado ahora? [Que viva Budalá]
Tantas fiestas privadas entre yuppies engominados de la jet set. Pirámides, mondrianes y vermeeres, idiomas, el lenguaje, constructos teóricos, palabras como orquídea o Cornualles. Se requiere final digno, una última nota épica, pero es que el centro exacto de la catástrofe va a ser la piscina municipal de Altagracia de Orituco. Tiene que existir alguna tinción que permita distinguir lo trágico de lo ridículo; lamentablemente en este caso no cabe lugar a dudas. Muerte por absurdo, supresión de seis mil millones y pico.
Cierto product manager intenta llamar desde su Cadillac. Bill sabe que no tendrá tiempo; mira al cielo y se revuelve, escudriña: ergonómico proyectil.
Se cierran contraventanas.
16.9.09
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1 comentario:
Sabes que me asustan estas cosas, visiones apocalipticas del fin del mundo no me dejan dormir muchas noches. Pero creo que siendo un bonito y funcional mueble de ikea me molaria y todo. Prefiero una cama de hierro con barrotes muy bonita que vi en el catalogo 2007 o mi lampara roja.
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